Y es que las nuevas generaciones ya no tienen entre sus prioridades comprarse un coche. Desde hace algunos años la venta de coches entre los más jóvenes ha decrecido, según se desprende de los estudios de mercado de las principales firmas de automoción europeas y norteamericanas. El fenómeno está siendo un verdadero quebradero de cabeza para los comerciales, que no saben cómo convencer a los adolescentes de que la movilidad es imprescindible.
El primer país en detectar este cambio de tendencia fue Japón, que ya en 2007 encontró un descenso del 25 % en la venta de coche en la franja de edad que media de los 20 a los 30 años. No fue hasta comienzos de 2010 cuando el fenómeno se extendió a países europeos y norteamericanos. En la actualidad, la práctica mayoría de ejecutivos del sector en Occidente piensan que los menores de 24 años no quieren comprar un coche. Pero lo realmente interesante es que consideran que es una tendencia que va en aumento a medida que pasan los años.
Los factores son muchos: la mayor y más eficiente movilidad en los principales cascos urbanos y el desarrollo nuevas formas de comunicación y conectividad supone una dura competencia para el sector de la automoción y son algunas de las principales causas a las que apuntan los expertos. Se cree que la mayoría de jóvenes que rondan los 18 años prefieren adquirir teléfonos móviles de última generación y material informático a afrontar la compra de un vehículo. El nuevo icono de modernidad y tendencia es el teléfono móvil y parece que las encuestas avalan esta idea, ya que un 46 % de los jóvenes de entre 18 y 25 prefieren Internet a un coche, según la consultora Gatner.
En nuestro país el fenómeno también se está dejando notar, aunque con peculiaridades y matices propios de nuestra tierra. Entre los carnés más expedidos en España encontramos un descenso muy abrupto del carnet B, es decir, aquel que habilita al conductor para conducir turismos y furgonetas hasta 3.500 kg, el más demandado, que según diversos cálculos se ha reducido en número hasta un 35 %, pasando de 568.000 carnés expedidos en 2010, hasta los 365.300 en 2014 –en las cifras del ínterin (2011,2012, 2013) se aprecia un descenso progresivo-.
Las causas de este enorme descenso a las que apuntas las autoescuelas y el sector de la automoción tienen que ver con fenómenos como la crisis económica. Según la CNAE, el descenso puede deberse a que muchos jóvenes optan por pagar las tasas y realizar el examen teórico, pero retrasan la prueba práctica, ya que puede realizarse hasta dos años después de superar la prueba teórica. Según esta tesis, muchos jóvenes retrasan la prueba a la espera de ahorrar el dinero necesario para afrontar las prácticas de conducción. Otro de los factores tenidos en cuenta es el retorno de parte de la población emigrante, que sumaba un plus en las cifras anuales de carnés expedidos.
Por si fuera poco, a esta tormenta perfecta se suma la pirámide de población de nuestro país, la cual padece un envejecimiento progresivo de la población. Este hecho supone un menor número de jóvenes en la franja de los 18 a los 25 cada 10 años. Además, las distintas legislaciones en materia de conducción de ciclomotores y motocicletas de baja cilindrada han propiciado también un interés decreciente entre los más jóvenes por acercarse a la autoescuela.