El nuevo carné B

El permiso B habilita para la conducción legal de vehículos de hasta 3.500 kg, es decir, el clásico coche. Obtener este carné es el sueño de la mayoría de jóvenes, pero a partir del inicio del año 2013 se puso en marcha la nueva normativa que regula los exámenes para la obtención del carné B y que ha hecho que las pruebas para su obtención se endurezcan.

Los cambios producidos han añadido complejidad a la prueba: un mayor número de preguntas posibles de examen, un examen práctico con mayor complejidad y pruebas que ponen a prueba la autonomía y seguridad del conductor son solo algunos de los cambios recientes que afrontan los aspirantes a conducir.

El teórico

Antes de la puesta en vigor del nuevo examen, el número de posibles preguntas dispuestas por la Dirección General de Tráfico DGT llegaba a las 800, número que ha aumentado considerablemente, teniendo en cuenta que en la actualidad hay 15.500 posibles preguntas, es decir, casi 20 veces el número anterior. Esta medida se tomó para evitar que los estudiantes pudiesen memorizar los test de examen. Por si esto no fuera suficiente, los exámenes se realizan de forma individual para cada alumno, con una combinación aleatoria única que impide la posibilidad de que alguien filtre las respuestas desde fuera de la sala en la que se realizan las pruebas. Además, los test se realizan frente a un ordenadores y el examinado deberá enfrentarse a las 30 preguntas con un límite de tiempo de 30 minutos, lo que de poco margen para meditar las respuestas. El número máximo de fallos permitidos en esta prueba será de 3.

El exámen práctico

El examen comenzará con pruebas por parte del examinador, que podrán incluir la comprobación del líquido de frenos o el nivel de aceite. Ya dentro del coche, el examinado deberá regular asientos, retrovisores, reposacabezas y ajustar el cinturón de seguridad, antes de que el examinador repase la documentación de vehículo y alumno, incluyendo el certificado médico pertinente y la verificación de la identidad del examinado. La prueba práctica para obtener el carné B de conducir puede durar de 25 minutos a 45 para los profesionales. Sólo será interrumpida en 3 circunstancias: una situación de peligro, intervención justificada del instructor o por falta de pericia evidente por parte del examinado. La prueba no se interrumpirá aunque el examinado haya cometido un número de faltas en la conducción que le impidan ya superar la prueba. En principio, la examen práctico consta de tantas partes como el examinador quiera y la situación de conducción exija, sin embargo, existen unas pautas que deben cumplirse: una primera parte en la que el aspirante conducirá de forma autónoma y no guiada durante al menos 10 minutos, para lo cual el examinador indicará una dirección o lugar concreto al que dirigirse. En caso de que el coche posea un navegador GPS, está permitido su uso, pero conviene recordar que únicamente puede manipularse con el vehículo parado. La siguiente parte de la prueba consiste en 15 minutos de conducción dirigida, es decir, en la cual el examinador guía al examinado con órdenes en cuanto a la dirección que el vehículo debe llevar.

Además de la pericia al volante, el examen práctico valora la eficiencia en la conducción. Usar las marchas adecuadas, reducir la velocidad bajando las marchas del coche o no dar acelerones y frenazos bruscos pueden ser claves para superar el examen práctico, ya que constituyen faltas leves.

Las faltas se clasifican en eliminatorias, como saltarse un semáforo, y que suponen el suspenso inmediato de la prueba; ‘deficientes’, como saltarse una línea continua –dos faltas calificadas como deficientes suponen suspender la prueba– ; y las faltas leves, un ejemplo es un cambio de carril sin indicar con el intermitente y sin que éste suponga un riesgo para la seguridad de otros. Nueve faltas de este último tipo también constituyen motivo de suspenso, por lo que el aspirante deberá cuidar los detalles si aspira a pasar el examen con garantías.

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